“Sentarse en Yoga es como regresar a casa, retornando a nosotros mismos.”
Cuando nos sentamos apropiadamente, no solo el cuerpo se sienta sino que la mente se une también y se sienta con el cuerpo. Con nuestro centro de gravedad cercano a la madre tierra nos volvemos estables y serenos. En este relax, estado neutral, podemos observar nuestras tendencias: observar nuestra impaciencia, aburrimiento, inquietudes, agitaciones, etcétera. Podemos seguir la respiración y solo disfrutar de estar aquí y ahora, saboreando de estar presente en el momento presente.
Durante el día, las piernas y los brazos están condicionados para asegurar la supervivencia. En las posturas de sentado las piernas están en reposo y aprenden a permanecer calmadas y libres del deseo de movimiento asociado a la defensa, agresión o escape.
Patanjali (el padre del yoga) señala que lo que caracteriza a una postura de yoga (asana) es que debe permitir al practicante permanecer estable: esto es, inmóvil, y debe ser cómoda, es decir, debe permitir a uno relajarse.
En las escuelas contemporáneas de yoga, este énfasis en la relajación, en la comodidad y en la estabilidad se pierde a menudo, conforme el yoga se llega a combinar con el aerobic y la danza, y el énfasis se pone entonces en la ejecución de posturas cada vez más difíciles.
Cuando se divorcian de su propósito, las posturas (asanas) solo sirven a los valores de la cultura contemporánea: buena figura, competición e individualismo.
Cuando una postura (asana) se hace correctamente, no solo es una postura estable y cómoda; además, toda tensión (física y mental) disminuye para que finalmente sobrevenga el estado puro de consciencia. La consciencia es retirada del mundo exterior y de todas sus dualidades, nos llegamos a olvidar de si hace frío o calor o si el dolor está presente en el cuerpo. Puede haber una sensación de entumecimiento placentero o puede ocurrir un asana espontánea, una sensación de entrar en mayores profundidades.
El propósito de un asana de Yoga correctamente ejecutada se refleja en las siguientes palabras: “Aquiétate y sabe que yo soy Dios.”
Las asanas son solo una parte del yoga, que preparan para otras formas de yoga. Trabajan en la profundidad, sobre nuestro universo interior, por un lado en el plano físico (vísceras, órganos, glándulas endócrinas, musculatura); por otro lado sobre el plano mental, donde aporta libertad, discernimiento, calma y serenidad que no excluyen ni el dinamismo ni la alegría.
Consejos para la práctica de asanas:
· Patanjali describe que la primer etapa antes de emprender la práctica de asanas son los yamas (principios éticos para vivir en sociedad) y niyamas (actitudes hacia uno mismo y disciplina individual). La práctica de asanas sin este soporte se vuelve solo ejercicio físico.
· El momento más propicio para la práctica de asanas es por la mañana, después de bañarse. De no poder por la mañana la opción es al atardecer, ambas tienen sus particularidades y de ambas se puede extraer provecho. Aunque hoy en día esto ha cambiado debido a las exigencias laborales.
· El lugar debe estar aireado y con un piso liso que permita la estabilidad.
· La ropa debe ser cómoda y con la mayor parte de la piel al descubierto, es decir short y remera.
· La práctica se realiza en ayunas, de lo contrario esperar cuatro a cinco horas después de una comida abundante o dos después de una comida ligera. Esto es válido para práctica de pranayama, respiración y meditación. Después de la práctica esperar media hora para ingerir alimentos.
· Dejar pasar media hora antes de darse un baño, ya que la practica moviliza la circulación de la sangre hacia los órganos profundos y sigue actuando después de treinta minutos de finalizada la misma.
· La respiración se realiza por la nariz, sin excepción.
· Las embarazadas podrán practicar bajo una guía, tras el parto esperar un mes para retomar la práctica. Tanto durante el embarazo como después del parto la práctica de yoga tiene grandes beneficios.
· Las mujeres durante la menstruación no realizaran posturas invertidas y de exigencia.
Comments